No hay llegada al consciente sin dolor- Carl Gustav Jung

viernes, mayo 7

Bodhisattva.

Por: Aisllan de Paula (Mac).

Vacía tu mente…

Una mujer en silla de ruedas maldice mi nombre mientras bloquea mi paso, no puedo avanzar, sus ojos son como dos enormes hoyos negros que parecen atraerme y repelerme a la vez. Doy un paso, pero ella grita con desgarradora voz, un chillido en la oscuridad parcial, alumbrada por cuadros de luz opaca atravesados por dedos largos y delgados.

-¿Quién eres?- Pregunto temeroso.

Y sin embargo, solo recibo otro grito como respuesta.

Vacía tu mente…

De pronto estoy solo, en un pasillo iluminado por luces artificiales, un sonido tan incómodo como el de un grillo parece no cesar, el aire es denso, una vez más no puedo avanzar, la mujer se derrite ante mis ojos convirtiéndose en figuras antiguas y olvidadas.

-¿Qué eres?- Pregunto confundido.

Solo el eco de mi voz parece responder.

Vacía tu mente…
No puedo…

Imágenes bombardean mi mente, haciendo el cráneo parecer un hormiguero poblado, paisajes, personas, voces, olores e incluso sensaciones atiborran. Mi cuerpo tiembla en un espasmo, mientras mi cabeza se dobla hacía atrás, enfocando al techo rojizo.

-¿A dónde me dirijo?- Pregunto perdido.

El silencio jamás responde.

Vacía tu mente…
No quiero…

El frío sube por mi espina causando contracciones que hacen mi cabeza girar descontrolada, me es difícil respirar y sin embargo. ¿Realmente necesito hacerlo? Pues el aire es tan denso que arden mis pulmones acompañado de una fragancia de rosas que me provoca nauseas.

-¿Qué me ocurre?- Pregunto ansioso.

La sonrisa es la única respuesta.

Tras estar atado entre cables e imágenes falsas la silla parece derretirse y de pronto la euforia brota en mi pecho como flor de loto, un espejo, dos hoyos negros, un vacío.

Vacía tu mente…
¿Cuál mente?

El suelo se desvanece bajo mis pies, al igual que el techo y las paredes, el aroma aun arde mis pulmones, dejo de respirar, mi corazón cesa, las hormigas son aniquiladas por el fuego creciente de mi pecho, al fin despego. Atravieso los cuadros proyectados por la luz sumergiéndome entre estrellas y el vacío, llegando al centro de todo.

-¿Qué deseas?- Me pregunto.

Y esa respuesta solo el espejo me podrá dar.

Vacía tu mente…
No hay existencia.
Solo el Bodhisattva

El aire se vuelve fresco y mis pulmones parecen encoger, una vez más los cables y la silla me sostienen, la proyección de luz me rodea y solo quiero vomitar dichosamente.

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